domingo, 24 de agosto de 2014

carta

Temo que no vengas, temo quedarme esperándote como una niña espera a su madre. No sos mi madre, yo tengo madre, la mía, mi madre de amor eterno… pero a vos también te amo, te amo como cuando niña. Todos los objetos que me regalaste y tengo en mi casa, hoy se agigantan, pareciera que crecen y los redescubro, vuelvo a mirarlos ahora con otros ojos, pero con el mismo amor…el mismo amor.
Supe esperarte quietita aunque me llenara de angustia a veces, pero me aguantaba y entonces te soñaba, te soñé muchas veces…pero supe esperarte y de eso me siento orgullosa, espere como una mujer espera a otra, de niña no hubiese podido. .pero tengo miedo aún, como una pequeña con frío  esperando un plato de sopa que no sabe si llegará, me prometiste ese plato, pero no sé si podrás.
Cuánto podemos…siempre en eso me hiciste pensar, y es como un juego de parque, uno se arriesga y lo único que espera es poder soportar…entonces lo que podemos, es lo que podemos “soportar”…entonces está bien no poder, poder poco…poder eso.
Yo te comprendo, y te amo, y te agradezco porque de vos mujer, de tus movimientos, tu tremendura de mujer… tan frágil y poderosa; aprendí.
Recuerdo todos tus sacos de lana, tu hogar con olor a macumba, libros y sahumerios. Llevabas  cristales como adornos pero yo sabía que también eran tus defensas.  Esos cristales un día se llenaron de polvo/ como vos, que te llenaste de polvo hasta que pudiste salir y limpiarte.
Cuánto de tu sufrimiento que yo no sé…y cuántas de tus alegrías de mujer que tampoco sé;  yo veía tu corazón abierto y a veces clausurado, tan roto, tan mareado…pero tu voz se hacía alta, y como podías te enfrentabas…te enfrentabas mujer…como podías.  
Diste. Diste tanto como quisiste y hasta donde tu cuerpo y tu alma te dijeron y te acompañaron; eso también lo aprendí pero creo que al revés…porque cuando me veo dando, dándolo todo como un animal a su bosque…tiemblo, y voy a esconderme en mis nimiedades, en mis miserias y mi angustia…me retiro, y ya no doy nada, ni siquiera me lo doy a mí.
Sigo esperando escuchar el ruido de tu auto que ya no sé cuál es… y nada pasa. Charo, mi perra, camina arriba de todos los muebles, no puedo enseñarle, Y Nubes anda olfateando, olfatea todo como yo olfateo las posibilidades.
Quiero abrazarte.. Quiero que llegues.