domingo, 25 de agosto de 2013

Cuatro Vientos

Un cartel sobre la ruta indica que allí, en ese único punto; una nostalgia natural estalla, te toma el cuerpo y lo lleva a girar. Todos los cuerpos bailan y dibujan el aire tan intensamente que no pueden hablarse, tan llenos de viento que hasta se aman.
“Cuatro vientos”; Quiero bailar ahí.

El viento sur fresquito y fuerte contra la nariz, el este en las orejas, el norte calentito en los pies y el oeste lunar y blanco que me gire toda el alma. 

jueves, 15 de agosto de 2013

he aquí una señorita

Dos o tres veces al día la señorita tiene taquicardia. Generalmente es por la noche, al terminar de cenar, antes de dormir. Jura y perjura que toma todas las noches una taza de té de algún yuyo tranquilizante pero que no le hace nada, y aclara que pone doble saquito.
El novio de la señorita dice estar muy aturdido, muy cansado ya de que ella hable tanto de lo mismo y que siempre ande nerviosa, tiene miedo de "despertarse muerto un día", asi dijo.Ella habla y lo pelea mientras duerme, se levanta, gruñe, se enoja y lo golpea. El novio está preocupado, un poco harto.
La señorita anda en una moto-nueva muy sucia y tiene muchos tics, varios se focalizan en la zona de los ojos, suele guiñarlos compulsivamente y también mirar al costado hacia arriba y a la derecha.
La señorita tiene dos gatas y reconoce que a veces olvida dejarles comida, también olvida hacerles caricias apenas ingresa a su casa,
La sujeta en cuestión respira realizando inhalaciones mínimas que la llevan a dar grandes bocanadas de aire cada media hora.Tiene miedo de respirar. Eso está mal. Apenas sale de un lugar cerrado a un lugar abierto se prende un pucho.
La señorita lleva consigo tres cuadernos y la computadora portátil, todo cargado en una mochila, junto a una billetera, perfume para la ropa, cigarrillos, encendedor, llaves de su casa, pañuelitos descartables, una bolsa por las dudas, cartuchera, manteca de cacao, una pashmina si es que no la lleva puesta. Todo organizado en los diferentes bolsillos de la mochila contenedora. 
Por todo lo anterior infiero: 
La señorita se constituye claramente, en un peligro vial y en una dueña gatuna un poco negligente. 
Debería bailar más tango, poner más en movimiento el cuerpo, tomar cursos de tranquilización mental, ejercitar más la paciencia, vivir más sin adelantarse al futuro, tomar más té de cedrón/manzanilla y melisa, permitir que le haga efecto. 
La señorita tendría que aprender de nuevo a respirar, el aire que toma es chiquito.
Debería fumar menos, ser menos quisquillosa, tener menos cuadernos en uso, trasladarse más liviana, comprarse un auto que no le deje sentir frío a la mañana, respirar más lento, aprender a disfrutar, dejar de tener miedo, no pensar tanto en los posibles eventos negativos sorpresivos y dejar la bolsa en su casa.
Se hace sumamente necesario que concurra semanalmente al arroyo, que se junte más con los árboles, que mire más para arriba, de día y también de noche.
La señorita necesita un curso de supervivencia emocional ante el primer y nuevo empleo profesional, este espacio debería crearse, una academia, aunque sea una salita de primeros auxilios al flamante profesional con miedo. 
Es posible que la chica esté en riesgo de patatús mental si es que la situación no se modifica a la brevedad, está vulnerable, irritable, abominable...aunque tenga casa, comida, agua. 
Asistir con cariño y acciones que aumenten su sensación  de calidez, disminuyendo sus altas capacidades para mandar todo al carajo. 



domingo, 11 de agosto de 2013

visita

Lola  (la perra), se parece a la señora que no quiere atenderme.
Esta sucia y por eso nadie le hace mimos, tiene los ojos escondidos atrás del pelo y pareciera que pide permiso para asomarse, como la señora, que cuando golpeo las manos al frente de su puerta ella despacito corre la cortina, me mira por un pedacito de la ventana y después de tres veces de hacer lo mismo abre la puerta, solo el espacio necesario para que su cara sobresalga, para decirme que no, que se está yendo.
La señora no me quiere, no quiere mis preguntas, no quiere mi mirada ni mis ganas de hacer algo, porque sabe que lo que quiero es que se saque la mugre, que huela rico, que coma más, que ya no se rasque, que su casa no huela a infección, a tela húmeda, a hongos.
Ella no me quiere entonces me hecha, con todas mis ideas, mi deseo que no es suyo, mis palabras con perfume, mi pansa llena.
Ella no quiere nada, nada de lo mío (de lo nuestro). Se quiere sola y así, con su mugre y su hambre, su casa como está, su cortina.
Yo me voy, con mi ego tambaleante, con las ganas en la mochila, con mi profesión entre preguntas, aprendiendo.