domingo, 22 de abril de 2012

para leer el lunes en la escuela


Salimos, quería que las dos cantemos fuerte como siempre mientras damos la vuelta que nos gusta, pero vale no cantó y yo lo hice despacito. El recorrido de cada paseo es predecible pero misterioso, nunca igual, aunque hay costumbres de viaje como descubrir una palabra nueva en una canción, re enamoramos una y otra vez de pequeñas frases o de canciones completas, hacer comentarios sobre las clases de astrología, repetir deseos de amor y detalles que de un momento a otro se recuerdan y salen como liberándose, enojarnos con Silvio, si, a veces es humano y dice "puras pavadas", y nosotras nos enojamos como si no pudiera él derrapar cantando una canción de amor tan hermosa que termina siendo para "la patria". 
Esta vez ademas de la vuelta preferida, bajamos por otras callecitas, vimos vacas, caballos, casitas cayéndose a pedazos, con puertas y ventanas verdes, piedras en los techos de chapa, un cáctus que parecía un gigante espinudo, unos hornos para fabricar ladrillos, una bicicleta con un señor arriba, campos alambrados y sin alambrar, esquinas coquetas, el campo en otoño. 
Un campo era tan verde como amarillo, inmenso, me bajé a sacarle fotos, dan ganas de correr dentro de él, revolcarse.  Huele a pocos humanos, a inmensidad, a secretos. 
Valeria espera, mira desde la ventana, fuma un cigarrillo, disfruta. Yo no sé si en esos momentos piensa, creo que si lo hace, ni siquiera ella sabe en qué.
Volvimos, le indiqué a Vale lo mucho que me encanta un terrenito en la avenida, me di cuenta que siempre digo lo mismo y ella es tan paciente, y sonríe, y come el hielo que le queda en su vaso naranja.



lunes, 9 de abril de 2012

esta noche estoy conmigo

Ayer supe que el hombre mas pequeño de la familia aprendió a contar diálogos, conjuga verbos, habla con comas, sabe mentir, se toca la nariz con la lengua y canta canciones de su autoría. Que lindo ese pantalón por debajo de las rodillas y esa remera larga, parece un raperito de menos de un metro de altura. 
La mas pequeña de la familia hace travesuras a cada rato y sonríe, hace ojitos a su hermana, come flores de lavanda y chocolates, es la perfecta exploradora, pasito a pasito y en silencio incorpora lo que ve, come todo lo que ve, se ensucia, pide, se escapa. Es maravilloso verlos, escribo de ellos un poco por eso.  
Nubes, mi gata, duerme en la silla, me acerco a mimarle la cabeza, ronronéa y me mira con un ojo entreabierto, sé que la molesto, pero la necesito. Cuando ella tiene hambre o deseo de mimos yo la escucho y le hablo y le doy de comer y me río, y nos ronroneamos las dos, y nos queremos. 
Ya no se que va a pasar, se escucha viento.