domingo, 20 de marzo de 2016

Dichos maldichos de autoayuda y demás: leer rapidito.

Acordate que sarna con gusto al que madruga, Si te gusta el durazno, mejor tarde que nunca y sarna con gusto, mamá las tutucas.
aaay papá las muelas si te gusta el durazno con pelusa!! A caballo regalado, cuchillo de palo, pero no hay peor ciego que el que amanece temprano.
En casa de herrero, las velas no arden, al que madruga, mejor tarde que nunca Y Dios le da pan al perro que ladra.
De tal palo, que no tiene dientes. De tal palo, si te gusta el durazno, al que madruga, cuchillo de palo y no hay peor ciego que al que Dios le ayuda.
En casa de herrero No toque! no muerde, pero recuerde que perro que ladra, no pica y es cartera.
Mejor tarde que mal acompañado, Mejor solo que caballo regalado y al que madruga, Dios le da dientes hasta que las velas ardan y papá las muelas.
Aaaay papá las astillas!!es la calma que antecede a los caballos y es más perro el que no muerde.
Nunca digas sarna, pan o velas, que se enojan los herreros, te mienten con la calma y te clavan el cuchillo.


tres mujeres y una niña

Hay tres mujeres y una niña en las que pienso diariamente; hay a su alrededor  otras mujeres, hombres y niños que acompañan, abrazan, sujetan, empujan.
La niña crece en un lugar desconocido; una de las mujeres, Natalia, es su madre; la extraña mientras las otras dos mujeres le acarician el corazón, aprenden su historia para comprenderla y le enseñan a luchar sin putear; la niña la espera.
Natalia es joven, tiene las manos apretadas y los ojos todavía de una niña, una niña triste y enojada; arrastra soledades y peleas; largas caminatas para llegar a una salita de salud, esconde su cara cuando habla, como protegiéndose.
Me cuenta que sabe leer y escribir poquito, la observo pensativa, ahogada en la realidad que camina, pero de pié.
Natalia me convoca; todas las mañanas la saludo en silencio y le doy fuerza; pero no alcanza.
La mujer más alta, de cuerpo largo y ojos que miran adelante, es doctora de un pueblo; tiene brazos flacos y el compromiso social de un gigante. Pregunto por ella y algunos dicen que está loca; pregunto más y su “locura” en realidad es lucha, honestidad, humanidad. Trabaja largas horas, duerme poco. Es de esas mujeres que usan sus brazos para alcanzar la verdad, busca en los ojos de la gente, se enfrenta y defiende como leona a quienes la necesitan; sabe escuchar, disfruta del tango como su mejor poesía.
La mujer de tamaño pequeño y ojos punzantes es mi madre;  compromete sus días a la causa; mira el sol y marcha por la vida digna, por los derechos de las mamás que aman  y los niños, por la educación, la equidad, la escucha y la mirada. En su casa tiene plantas, trabaja pacientemente el barro y prepara agüitas con menta para refresco en el verano; tiene gatas, hijas, nietas y nietos, muchos libros, poca ropa y un árbol con sombra. Desde que nací la comparto con otra gente que la busca y le confía, fue difícil de niña, luego entendí que somos muchos y su corazón es solidario, entendí que su trabajo también es por mí, por mis futuros hijos, por los hijos de mis hijos, mis sobrinos, por los niños que ya nacieron y están muy solos, por los jóvenes que no encuentran su deseo, por las familias que menos tienen. Entendí que trabaja por una distribución de dinero, de hogares y de amor más parejita; y su mirada va más allá de mí, porque mira más largo, a los de cerca y a los de más lejitos.
Amo a mi mamá, amo a mi mamá al lado de Natalia y la doctora.

Me alegra la solidaridad del pueblo, me alegra que la plaza del pueblo no tenga rejas y que la gente se encuentre. Me alegra escuchar la risa de Natalia, saber que se fortalece, adquiere nuevas herramientas y su soledad ya no es tan grande; espero conocer a su niña y después, abrazar a mi mamá. 

Ejercicio- Reconocerme

Soy una mezcla de sapo con gato.
Tengo de gato que nunca juego con agua, no me gusta, no me salpiques porque me pongo loca, nunca me empujes como una pelota porque me pongo más loca y se me enfría el corazón, se arruina mi pelaje y me arden los ojos como si me inyectaran arena, Me gusta solo un chapuzón, rapidito, o quedarme dentro del agua un momento, ya más humana e inmóvil.
Así como no me gusta jugar con agua, tampoco me gustan las aves, pareciera que soy un gato bastante miedoso. Todo lo que tenga plumas me asusta un poco, quizá por eso me peleo en silencio con ellas; me gustan más en otros patios, vuelan muy alto amenazando mi cabeza, las miro y son tán rápidas, tan frías, tan fuera de mi alcance que me generan ganas de correr; aún así admiro a las personas que las aman y les dan de comer, no entiendo ese cariño, a mi me espantan.
Además de un poco gato, soy un poco rana, de piernas largas y piel blanda; encontré la superficie y la elegí, dejé de ser renacuajo para quedarme saltando y comiendo bichos, mejor si es de noche y alguna lámpara me alumbra tenue. Me gusta la noche, idear juegos que provoquen saltos en la gente; a veces asusto pero también hay quienes me respetan y me dejan tranquila haciendo mis tareas, cantando para que llueva y jugando con otras ranas que se acercan.
Me gusta un poco el enchastre, hacerme caricias con barro puede estar muy bien, después descansar en el pasto, aplastar la espalda en una piedra tibia y que el agua solo renueve mis pies.
Me gusta sentir el piso, caminar y trepar descalza, no me duele; las piernas se me extienden como elásticos, son livianas, ágiles y blancas.
Soy una mezcla de gato y rana, puedo respirar profundo y nadar un poco pero que se vea el fondo; sino salgo pataleando, sintiendo la amenaza de algún pez gordo que me persigue obsesionado, y me lo quiero comer, pero me gana salir saltando.
Me gustan los mimos sequitos, suaves como un durazno y también fuertes como rasguños, puedo concentrarme y relajar el cuerpo, pero siempre estaré atenta como un gato mientras duerme, como una rana rodeada de bichos y algún humano que moleste.
Prefiero hacer el amor cerca de un charco pero arriba de una manta, un pastito verde o una piedra  suave que nos aloje, escuchando el ruido del agua cuando se mueve, sabiendo que está cerca pero no nos cubre ni provoca escalofríos.
Me enojo como un gato, me entristezco como una rana cuando croa y no llueve, juego alegre en lo sequito, maúllo, saboreo, me divierten los niños y las rondas.
Me busco; mejor si está oscuro y me alumbra alguna vela, me busco,  a los saltos, con las patas llenas de caminos  y la concentración de un gato.