lunes, 9 de febrero de 2015

Nada extraordinario

Acá en el pueblo todo sigue casi igual, nunca ocurren grandes movimientos; solo pequeñas cositas; pequeñas hojas que van naciendo, un charco nuevo, los perros de la calle ahora tienen collar y algunos negocios fueron cerrando, de a poco...como se cierran las sonrisas de los grandes jefes cuando termina el verano.
Me di cuenta que la señora de las esencias siempre combina la ropa con un moño y que el chico del kiosco más nuevo ya no saca el cartel, el viento acá cuando atardece es fuerte; la plaza en estos días está llena de payasos y chicos que tocan música, los jovencitos tenemos más trabajo y los jubilados caminan incesantemente por las mismas calles, comprando las mismas cosas, hablando las mismas cosas, peleando por las mismas cosas.
No hay algo extraordinario, pero están las pequeñeces esas que impiden el suicidio masivo de todos los vecinos; la lluvia que siempre moja diferente, los ojos de los niños que no son del pueblo, los olores de la siesta, la sonrisa de un flaquito que toca la guitarra como si su vida fuera más liviana, las heladerías nuevas.
Yo creo que cuando la Sra. deje de combinar su moño, los jubilados se animen a caminar descalzos, los jovencitos nos comencemos a mirar un poco más y los perros se pongan un cartel que diga "no nos gusta usar collar", ahí la cosa va a cambiar...ahí vamos a cantar un poco más y hasta quizá las calles se quiten el asfalto.

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